Hace unos 5 años, estando de viaje en París, decidí ir a visitar la Cattedrale di Chartres por la gran curiosidad que tenía hacia su famoso Laberinto. No sabía que solo los viernes, si no hay alguna celebración religiosa, y el 21 de junio se podía recorrer el laberinto, que normalmente está ocupado por los bancos de la Catedral.
Estaba allí, no había casi nadie en la Catedral, era un 19 de Marzo, así que decidí hacer el recorrido, sorteando las sillas y los bancos, sin contar los pasos o sin ningún tipo de preparación o meditación previa. Lo admito, solo la curiosidad me llevó a parecer un mono saltando encima de las sillas o trepando por los bancos. Pero cuando llegué en el centro una fuerza misteriosa entró por mis pies, subió por todo mi cuerpo y salió por la cabeza. Era como si me hubiera enchufado a una presa de corriente eléctrica, pero placentera, a pesar de ser extremadamente fuerte.
Me quedé como una estatua, en el centro del Laberinto, sin poder moverme o hablar. La sensación era la de estar dentro de un tornado, en una columna de aire muy fuerte que partía desde el centro de la tierra hasta el infinito y más allá.
Son sensaciones difíciles de explicar porque no había probado nada semejante antes así que no puedo comparar este momento a ninguno ya vivido, y he experimentado situaciones muy raras y potentes en mi vida, desde los famosos 11 años.
Yo no fui a Chartres para probar algo en concreto, fui solo porque había leído mucho sobre el laberinto y quería probar si es verdad lo que se lee y reconozco que nunca he leído algo que se acerque siquiera a lo que viví allí.
En la web hay informaciones contrastantes. Hay quien afirma que en origen la Catedral de Chartres está asentada sobre un dolmen cerrado por un túmulo de tierra que durante mucho tiempo fue considerado lugar sagrado, dotado de una fuerte capacidad sanadora. Fuentes apócrifas aseguran que los druidas crearon alrededor de este dolmen uno de sus centro más sagrados y que tuvieron una visión profética de una virgen a punto de dar a la Luz y grabaron la efigie de esta mujer misteriosa y de su niño en madera de peral y la instalaron en el monumento de piedra.
Cuando llegaron los primeros cristianos encontraron la estatua ennegrecida por el tiempo y la veneraron como una Virgen Negra. Construyeron entonces en el mismo lugar una iglesia (360d.C.) dedicada a esta virgen y la cavidad donde se instaló la imagen se llamó “La gruta de los druidas” pero se le llamó también “Pozo de los fuertes”,aunque no se entiende la razón de esta denominación. Desde el 360d.C. 5 iglesias fueron destruidas por incendios, y la sexta y última es la catedral gótica que conocemos.
Parece ser que esta catedral fue construida gracias a un templario, Bernard de Clairvaux, fundador de la Orden del Císter. Sabemos que los templarios, a la vuelta de Tierra Santa(1128), construyeron cerca de 80 monumentos en Francia, y la Catedral de Chartres es una obra emblemática de los inmensos conocimientos de los Templarios y de los trabajadores cistercienses. Hasta hoy no se entiende como en solo 30 años pudieron construir un edificio tan extraordinario por su estética, relacionada con la devoción, y por su intelectualidad.
Hay que saber que el plano de la catedral fue concebido con el número áureo(1,618):la distancia entre las columnas, la longitud de las naves, los cruceros y el coro son todos múltiples de este mítico número.
Notamos que otro número importante es el 72: según la astrología cada 72 años el sol se desplaza de un grado en el Zodiaco, según la Cábala sabemos que hay 72 Ángeles, o como prefiero definirlos, Emanaciones de Dios.
El 21 de junio,día de San Juan, a mediodía, un rayo de sol entra por un punto exacto de la vidriera de Saint-Apollinaire y se refleja en una especial losa, única, señalada por los constructores. Los expertos aseguran que para que eso ocurra tienen que haber intervenido en el diseño del Laberinto un astrónomo, un geómetra, un enlosador, el arquitecto, el constructor del edificio y alguien más, con poderes muy grandes.
Para quien no puede ir a Chartres puede hacer el recorrido desde su casa con solo un lápiz, o una punta de cristal de cuarzo pulido, o un péndulo de cuarzo blanco y el diseño del Laberinto.
Quien quiere, puede.
El tiempo y el espacio no pueden limitar nuestra voluntad.
Si se quiere hacer con fe, buenas intenciones y voluntad, se puede.
Recordad de quemar incienso.
Para los datos históricos me he basado en un libro de M.Centini, “El simbolismo esotérico”
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